viernes, 21 de febrero de 2014

Crìtica: Ella, de Spike Jonze.

Por: Gisella G.Barthè. 

La soledad parece acrecentarse en este futuro cada vez más comunicativo. Las personas se alejan de las personas. Todo esta automatizado. Pero lo que no se puede programar son los sentimientos. Y esta película si algo tiene de bueno, entre muchas otras cosas, es que desparrama sentimientos. La nostalgia que se vive en la película por aquella relación que terminó, esos agujeros que quedan en el alma, esos recuerdos que duelen, están tan bien filmados, dirigidos, que nos duele a nosotros, es como si pudiéramos sentir el olor a una naranja a través de la pantalla. 


Acá podemos sentir ese pesar raro, melancólico, sobrio, de lo que fue no ya el fuego de la pasión, sino la tibieza del amor hecho recuerdo, hueco ameno pero doloroso donde extrañamos nosotros, como el protagonista. Pero no es solo ese sentimiento el que se desprende de la cinta, sino el que le sigue. El amor que Phoenix entabla con su sistema operativo. Un amor raro, anti estético, pero que tiene una carga de compañía, de quebrar la soledad de la que hablábamos al principio, unido a una pasión, a un re descubrimiento de la vida, y sus cosas bellas. Pero no todo es sentimiento ameno, los recuerdos, calan hondo. El querer transformar al principio, una relación con un sistema operativo en algo normal también choca con las posibilidades reales.

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