jueves, 13 de septiembre de 2012

Hubo una vez un Verano (Summer of 42) de Robert Mulligan - 2º parte.

Por: Juan M. Bullita (*)


Hubo una vez un verano, es una película serena, de una cierta plenitud confiada que se cierra sobre sì misma; me explico, dado el carácter evocativo de la puesta en escena y la  seguridad con que Mulligan ha organizado sus elementos, asistimos a una especie de cristalización del clasisismo del cine americano en este film. Se defiende de la contaminación externa por la autosuficiencia del relato subjetivo  (en primera persona) que no admite ningún sentimiento cuestionador o crìtico. (Izq: Film de Mulligan). Claro que esta falta de cuestionamiento crìtico no impide la lucidez, porque Mulligan está lejos de hacer un elogio gratuito o ingenuo de una experiencia ideal. Film que está modulado sobre el paso del tiempo, “ Summer of 42” incorpora la temporalidad en una forma suspendida , tal como si pudiésemos arrancar un bloque del tiempo pasado y reconstruirlo en su devenir. Por ejemplo , el empeño y la fascinación de Hermie por alcanzar a la mujer ideal es una necesidad transmitida intensamente al espectador , pues son los ojos de Hermie los que comtemplan a Jennifer O`Neil , pero también, cómplice de su exaltación , es el ojo de la cámara, sea en el descubrimiento , mientras espìa con sus amigos volcado en las dunas, de la ternura y sensualidad de los gestos de amor y feminidad captados en cámara lenta; sea en la despedida al joven marido que parte a la guerra, vista con la mirada limpia y generosa del muchacho; osea también ,finalmente en la secuencia central  y culminante del film, cumplimiento de un deseo largamente acariciado.

Y todo ello sujeto a la corrupción temporal, inteligentemente incorporada al mismo temperamento físico del protagonista central (las actitudes de adulto que asume ante la joven mujer son una trágica maniobra por “ganarle al tiempo”), acentuada por la misma estructuración cerrada que tiene el film ,(Izq: Steve McQueen y Natalie Wood en film de Mulligan)  Evocativa, como venìa diciendo a lo largo de esta critica, y por tanto mucho menos profunda y comprometedora que la impresión de temporalidad que alcanza dentro de estructuras màs dinámicas “Esplendor en la hierba” , por ejemplo. 

                                 

)     (1)  En  la nota de José María Palà sobre Martìn Ritt en el diccionario de realizadores americanos ; Hablemos de cine nº 46 ,pags, 35 y 36 , hay un párrafo que me permito copiar pese a su extensión porque constituye una de las màs visionarias alusiones criticas a ese realismo pequeño-burguès del que participa Mulligan. Dice Palà: “La generación de directores de TV suponía la negación màs radical que hasta entonces se había hecho de los métodos del cine americano desde comienzos del sonoro y poseìa industrialmente el respaldo del medio televisivo en auge frente al medio cinematográfico en decadencia. (Izq: No se debe Matar un Ruiseñor, de Mulligan). Culturalmente esta negación era importante: Frente a la continuidad de Hollywood , marcada en esos momentos por la orientación al gran espectáculo  (……) estos imponían la ruptura del regreso al humanismo, al pequeño humanismo de los problemas familiares , osea a la zona de audiencia descubierta por la pequeña pantalla que buscaba conquistarse su terreno propio ( y lo encontraba en su carácter de espectáculo familiar , introducido entre los objetos familiares , los sueños familiares ); a descubrir , en un blanco y negro confesional , las pequeñas ilusiones de la vida cotidiana, abandonando por fin las vanas grandes ilusiones , las aventuras, la guerra, la violencia, la sofisticación”. 


       (2)    El verano que pinta Mulligan , es un verano otoñal, con una cierta opacidad conseguida en una  serie de tonos ocres, apagados, que colocan a Robert Surtees (fotógrafo notable, capaz de adecuar su trabajo a mundos cinematográficos tan distantes como el claustrofóbico y reprimido de Wyler en “El coleccionista” o el friò y tecnológico de Sturges en “Abandonados en el espacio”) como heredero digno de otras grandes sensibilidades fotográficas naturalistas de la Warner; Harry Stradling  Jr, en “Parrish” de Delmer Daves, Ted M`Cord en “Al este del paraíso” de Elia Kazan, y William C.Mellor en “Gigante” de George Stevens. 


(   3)  Lo que se hace evidente si comparamos los adolescentes de Mulligan con los de Perry en “El último verano” , estos sì muchachos de hoy, aunque excesivamente entregados, (Izq: El Otro, film de Mulligan), por defecto de realización, a los cliches de la actualidad. 

(*) Revista Hablemos de cine nº 61-62 / Set,oct,nov, diciembre 1971.

No hay comentarios:

Publicar un comentario